Ronald Janssen, economista de ETUC, ha escrito un artículo
muy interesante sobre los efectos de la aplicación general en Europa de políticas
de “devaluación salarial” para intentar ganar competitividad y, a través del
impulso de las exportaciones, promover la recuperación de la economía. En
países como España, esta es de hecho la única estrategia orientada al
crecimiento que las autoridades están poniendo en marcha.
Si nos fijamos sólo en la dinámica
salarial, no cabe duda de que las reformas laborales, y particularmente el
debilitamiento de la negociación colectiva y la capacidad negociadora de los
trabajadores, han alcanzado el primer "objetivo" que perseguían. Otra cosa muy distinta, claro, es que los efectos beneficiosos que se supone que se persiguen estén alcanzándose o puedan realmente alcanzarse.
Efectivamente, el efecto de las "reformas estructurales", añadido al aumento del desempleo, ha sido una fuerte caída de los salarios (nominales y reales) en Grecia, pero también están reduciéndose en España, Portugal y Grecia. Más aún: los salarios también moderan su crecimiento en otros países "del centro" sin los problemas de déficit por cuenta corriente que tenían los países periféricos en el momento de iniciarse la crisis: la propia Comisión Europea prevé que en 2013-2015 los salarios nominales crecerán a una tasa anual entre el 1% y el 1,5% en Italia, Francia, Bélgica, Austria y Holanda.
Pero aunque las exportaciones puedan crecer, como en España, su impacto agregado es completamente insuficiente para compensar el colapso de la demanda interna que se deriva de las reducciones salariales. Pero es que, además, la competitividad es un concepto relativo, y la aplicación de las mismas políticas en todos los países hace que, al final, se conviertan en un juego de suma negativa. Finalmente, Janssen llama la atención en este artículo sobre el riesgo de la deflación en Europa.
Efectivamente, el efecto de las "reformas estructurales", añadido al aumento del desempleo, ha sido una fuerte caída de los salarios (nominales y reales) en Grecia, pero también están reduciéndose en España, Portugal y Grecia. Más aún: los salarios también moderan su crecimiento en otros países "del centro" sin los problemas de déficit por cuenta corriente que tenían los países periféricos en el momento de iniciarse la crisis: la propia Comisión Europea prevé que en 2013-2015 los salarios nominales crecerán a una tasa anual entre el 1% y el 1,5% en Italia, Francia, Bélgica, Austria y Holanda.
Pero aunque las exportaciones puedan crecer, como en España, su impacto agregado es completamente insuficiente para compensar el colapso de la demanda interna que se deriva de las reducciones salariales. Pero es que, además, la competitividad es un concepto relativo, y la aplicación de las mismas políticas en todos los países hace que, al final, se conviertan en un juego de suma negativa. Finalmente, Janssen llama la atención en este artículo sobre el riesgo de la deflación en Europa.
La evolución de los
salarios nominales en relación a la productividad explica el cambio que se
produce en los Costes Laborales Unitarios, y éstos son –junto a la evolución de
los márgenes de beneficios- un determinante fundamental de la tasa de
inflación. El bajo crecimiento de los salarios nominales se está reflejando ya
en la tasa de inflación de la zona euro, que ha sido de sólo 0,7% en octubre.
La bajada del tipo de interés hasta el 0,25% que acaba de aprobar el BCE es una
muestra de que la autoridad monetaria está realmente preocupada por los riesgos
que supondría para Europa entrar en una espiral deflacionista.
La ironía, sin embargo, es que el BCE ha
sido un firme partidario de la política de devaluación salarial que, lejos de
promover la recuperación de la economía europea, nos conduce a un verdadero
callejón sin salida.
Os recomiendo la lectura de este
artículo y de otros publicados por Ronald Janssen en esta misma revista sobre
el tema de los salarios (podéis acceder a
ellos aquí).