Una
recesión económica implica una caída del PIB y, en general, de toda la
actividad económica (empleo, consumo, inversión). Normalmente se entiende que
una economía ha entrado en recesión cuando el PIB decrece al menos durante dos
trimestres consecutivos (respecto al trimestre anterior). En este sentido, el
Instituto Nacional de Estadística ha confirmado que en el tercer trimestre de
2013 la economía ha dejado atrás la recesión que se inició en el tercer
trimestre de 2011 (nueve trimestres consecutivos de reducción del PIB, ver
gráfico 1). Efectivamente, en relación con el segundo trimestre, el PIB
generado en España ha sido un 0,1% superior, aunque si hacemos la comparación
en términos anuales, esta tasa sigue siendo negativa (-1,1%).
1.
El crecimiento mundial se acelerará en 2014
por una mayor contribución de los países desarrollados aunque sigue habiendo
riesgos a la baja.
2.
La economía española inicia un nuevo ciclo
de moderado crecimiento, apoyada por las exportaciones, la sustitución de
importaciones, la reducción en las tensiones financieras y un ajuste fiscal
mejor repartido a lo largo del tiempo.
3.
Continúa la heterogeneidad a nivel regional
por la exposición de las CC.AA. a la demanda externa, la diferente necesidad de
ajuste fiscal que presentan y el avance en la corrección de desequilibrios.
4.
La recuperación sigue estando supeditada a
varios factores, entre los que destacan el proceso de reformas estructurales y
de consolidación fiscal tanto en España como en Europa, en donde es fundamental
reducir la actual fragmentación financiera mediante el proceso de unión
bancaria en marcha.
Igualmente,
señaló que la información disponible apunta a un crecimiento en torno al 0,3%
en el cuarto trimestre, por lo que en su opinión España tocará fondo en 2013
con una caída del PIB del 1,3% y comenzará a crecer en 2014. Para ese año, la
previsión del BBVA es un crecimiento del 0,9%, ligeramente superior a la
prevista por el propio gobierno (0,7%) y por la Comisión Europea (0,5%).
De
acuerdo con la información oficial que ofrece el INE (ver aquí la nota de prensa),
la recuperación de un crecimiento positivo obedece a una contribución “menos
negativa” de la demanda interna, fundamentalmente por la recuperación
del consumo privado. Esto supone un cambio significativo de tendencia,
aunque existen dudas de que pueda mantenerse en el tiempo si continúan los
elevados niveles de deuda y las reducciones salariales. Además, la contribución
de la demanda interna al crecimiento sigue siendo negativa en términos anuales.
La demanda exterior sigue siendo el motor del crecimiento español, aunque las
exportaciones han frenado su crecimiento de forma significativa (ver gráfico
2).
Quizá
esto último pueda explicarse por la desaceleración que se ha producido en el
resto de la unión monetaria y en la economía mundial. La Eurozona registró un
crecimiento trimestral positivo aunque
menor que el registrado en el trimestre precedente (0,1% frente a 0,3% en ambos
casos). Entre los países que han registrado un menor crecimiento con respecto
al segundo trimestre figuran Alemania (0,3% frente a 0,7%) y Francia (–0,1%
frente a 0,5%). (Ver el artículo de José Carlos Díez, Europa
se estanca).
ü
El fin de la recesión se ha presentado por el
gobierno y las autoridades europeas como la demostración de que las políticas
aplicadas (austeridad fiscal + devaluación salarial) están dando resultado. Sin
embargo, nuestra opinión es muy distinta: estas políticas han sido la causa de
la profundización de la crisis, y el cambio de tendencia coincide precisamente
con la suavización del ritmo en los recortes de gasto público y el anuncio del
BCE de “hacer todo lo necesario para salvar el euro” (incluyendo, si fuera
imprescindible, intervenciones en los mercados de divisas).
ü
La caída acumulada de la renta y del empleo han
sido tan intensos que hará falta mucho más que algunos trimestres de
crecimiento moderado para que la mayoría de la población. Mientras las cifras
de desempleo no se reduzcan sustancialmente, para muchos la crisis no habrá
terminado. Y sin medidas nuevas y distintas esto llevará mucho tiempo con el
crecimiento que se prevé, incluso en el mejor de los casos.
ü
¿Han atajado las políticas económicas aplicadas
las causas profundas, de largo alcance, que nos trajeron a esta crisis? Creemos
que no, porque el diagnóstico en que se basan (el comportamiento fiscal y
salarial inadecuado en los países periféricos, o la excesiva regulación de los
mercados de trabajo, por ejemplo) es inadecuado. Por el contrario: la
desigualdad en la distribución de la renta, la financiarización, las
debilidades productivas de la periferia, o las políticas mercantilistas no sólo
no se han corregido, sino que se han agravado.
ü
¿Cuál es el coste, a medio y largo plazo, del
deterioro de los servicios básicos del estado del bienestar, o de la pérdida de
derechos sociales y laborales, que se han producido en estos años? ¿Son
reversibles si retorna el crecimiento?
ü
La recuperación está condicionada por algunas debilidades
que no permiten echar las campanas al vuelo. Los niveles de endeudamiento de
las empresas y familias siguen siendo elevados, las rentas de los hogares se
han reducido como consecuencia del paro y de la estrategia de devaluación
salarial, lo que hace difícilmente compatible continuar con el proceso de
desapalancamiento y, a la vez, sostener el consumo privado. Y el crecimiento se
basa en el tirón de las exportaciones, lo que lo hace muy dependiente de la
situación económica internacional.
ü
Antes de la crisis la economía española tenía un
fuerte déficit externo y era necesario corregirlo y lograr un crecimiento más
equilibrado entre demanda interna y externa. Sin embargo, esto no es lo mismo
que pretender desarrollar un modelo de crecimiento basado en las exportaciones…
¡en todos los países europeos! Este modelo no es generalizable (Alemania ha tenido
éxito precisamente porque otros nos comportábamos de la manera contraria). Sin
una genuina preocupación por sostener un crecimiento suficiente de la demanda
interna en cada país, asistiremos a una carrera hacia debajo de los salarios
que conducirá a la economía hacia el estancamiento, si no a una nueva recesión.