Le he copiado el título de esta
entrada al economista Francesco Saraceno, que lo utiliza en su blog para
explicar los problemas que plantea el giro en política económica que acaba de
anunciar el presidente de Francia, François Hollande (aquí).
Como es conocido, hace dos años ganó las elecciones con un programa crítico con
las políticas de austeridad promovidas por la alianza Merkel-Sarkozy, pero a
mitad de la legislatura ha decidido modificar su discurso e implementar un
programa que en nada se diferenciará de la política neoliberal de su
predecesor.
Este giro, desde la promesa –no materializada-
de una política más expansiva de demanda hacia otra centrada en las políticas
de oferta –reducción de impuestos y cotizaciones a las empresas, menor gasto
público, reformas estructurales en el mercado de trabajo y moderación salarial
para ganar competitividad internacional y mejorar los beneficios empresariales-
se resume bien en esta declaración del presidente en la rueda de prensa
ofrecida el pasado 14 de enero: “Ha llegado el momento de resolver el principal
problema de Francia: su producción. Sí,
me refiero a su producción. Tenemos que producir más, debemos producir mejor. Hay que actuar por tanto sobre la oferta. ¡Sobre
la oferta! Esto no es incompatible con la demanda. La oferta crea la demanda”.
La razón para cambiarle el nombre
al presidente es que este giro parece inspirarse en Jean-Baptiste Say
(1767-1832) que había enunciado la “ley” según el cual no puede existir en la
economía escasez de demanda agregada por un periodo prolongado, ya que cualquier
oferta “crea su propia demanda”. ¿Es esto cierto? Veamos por qué creemos que
no.
Esta semana, en el primer tema de
la asignatura de Macroeconomía Intermedia, discutíamos en clase la diferencia
entre un enfoque basado en la oferta como el determinante de la producción agregada
que alcanza una economía (la Ley de Say) y un enfoque basado en la demanda
agregada (el Principio de la Demanda Efectiva de Keynes y Kalecki).
Utilizábamos este esquema para explicarlo (pinchar encima para ampliarlo):
La parte de la izquierda recoge el
lado de la oferta, que determina, dados los recursos productivos –stock de
capital instalado, población activa, y sus productividades- la producción
máxima que puede alcanzarse. Es obvio que la economía no pude producir más de
lo que se deriva de utilizar todos estos recursos. Si ya se ha alcanzado esa
producción, la única forma de crecer es incentivar
una mayor acumulación de recursos (inversión, aumentar el porcentaje de
población que es activa) o favorecer la productividad (capital humano, nuevas
tecnologías, mayor eficiencia). Ahora bien, ¿es relevante esta situación
actualmente en Francia?
No lo parece, ya que el problema
no es de escasez de recursos, sino de demanda. Efectivamente, antes de llegar a
ese límite que impone el lado de la oferta, lo que determina cuál es el nivel
de producción de la economía es la demanda agregada: las empresas producen lo
que pueden vender, y esta producción efectiva puede ser inferior al máximo
posible. A su vez, la demanda agregada determina también qué parte del stock de
capital productivo se utiliza y qué parte de la población activa está ocupada.
La demanda agregada está compuesta por los gastos en consumo e inversión que
realizan los hogares, las empresas, el sector público y el resto del mundo
(exportaciones menos importaciones).
Esta escasez de demanda la
ilustra Saraceno con el siguiente gráfico (pinchar encima para ampliarlo), que recoge las respuestas de las propias
empresas francesas a una encuesta realizada para averiguar cuáles con los
factores que limitan su producción.
Los resultados son muy claros: el
porcentaje de empresas que se encuentran limitadas por factores exclusivos de
demanda (barra azul) es muy superior al de las empresas limitadas por factores
de oferta y, por supuesto, se ha incrementado a partir de la crisis. Como dice
Saraceno: “Keyens: correcto; Say (y Hollande, la Comisión y Merkel):
equivocados”. Y otra cuestión interesante es que el porcentaje de empresas que
se ven limitadas por la oferta (amarillo) prácticamente no cambia en todos
estos años (las empresas tienen limitaciones de demanda o no tienen
limitaciones). Por tanto, Hollande pretende resolver la crisis actuando sobre
un problema… ¡¡que las propias empresas dicen que no causa su baja producción
actual!!
¿Es distinta la situación en
España? Por supuesto que no. En clase hemos utilizado dos gráficos que son muy
similares al anterior, y que reproducimos aquí (pinchar encima para ampliarlo):
El gráfico de la izquierda muestra
que en España el grado de utilización de la capacidad productiva instalada (es
decir, del stock de capital productivo) se sitúa normalmente en torno al 80%, y
en las recesiones como la actual llega a situarse en el 70%. Igualmente, la
tasa de paro no se ha reducido en estas dos décadas por debajo del 8%, y
actualmente se sitúa en el 26%. Es decir, lo normal es que los recursos
disponibles no se utilicen plenamente: queda capacidad productiva sin utilizar
y una parte de la población activa está desempleada, y por supuesto no hay ni
rastro de escasez de recursos en la crisis. También vemos en el gráfico de la
derecha que en las encuestas que se hace a las empresas industriales españoles sobre
los factores que limitan su producción, el porcentaje de respuestas que se
refieren a la falta de demanda es siempre muy superior al de la escasez de
capital, mano de obra o materias primas. En la crisis actual ha ganado también una
cierta relevancia –pero a mucha distancia de la demanda- la falta de
financiación, como consecuencia de los aspectos financieros de la crisis y la
reducción del crédito.
Nuestra conclusión es que el giro
hacia las políticas de oferta bajo la presunción de que servirán también para estimular
“automáticamente” la demanda (que de hecho se reduce con las políticas de
austeridad y devaluación salarial) y la producción, es equivocado. En realidad,
prolongará el estancamiento. Lo que necesita Europa –y sobre todo países como
España- es, simultáneamente, una política de estímulo de la demanda y una
política de oferta muy distinta a la propuesta, centrada en cambiar la
especialización productiva actual. Abordaremos esto último en una próxima
entrada del blog.