Sobre el blog

Bienvenido a una nueva etapa de este blog, que tiene como centro principal de interés la crisis y las políticas que se están aplicando para abordarla, sobre las que mantengo una posición crítica. Nos gustaría que este blog fuera una contribución, basada en los principios de la economía crítica, a la construcción de una alternativa que favorezca una salida más justa a la crisis económica, centrada en el empleo decente, la lucha contra la desigualdad y la promoción de un crecimiento sostenible.

Como soy profesor en la Universidad de Castilla-La Mancha, en ocasiones incluyo también entradas que están pensadas fundamentalmente para que mis alumnos comprueben la relación directa entre los temas que estudian y la realidad que más directamente les afecta.

El blog pretende ser una invitación -esperamos que rigurosa- a la reflexión crítica de los lectores, y también a debatir, rebatir, discrepar y aportar sus propios comentarios y textos.

En el actual contexto social, no podemos quedarnos al margen, sino ayudar a buscar otra salida.

domingo, 2 de febrero de 2014

“Jean-Baptiste” Hollande

Le he copiado el título de esta entrada al economista Francesco Saraceno, que lo utiliza en su blog para explicar los problemas que plantea el giro en política económica que acaba de anunciar el presidente de Francia, François Hollande (aquí). Como es conocido, hace dos años ganó las elecciones con un programa crítico con las políticas de austeridad promovidas por la alianza Merkel-Sarkozy, pero a mitad de la legislatura ha decidido modificar su discurso e implementar un programa que en nada se diferenciará de la política neoliberal de su predecesor.

Este giro, desde la promesa –no materializada- de una política más expansiva de demanda hacia otra centrada en las políticas de oferta –reducción de impuestos y cotizaciones a las empresas, menor gasto público, reformas estructurales en el mercado de trabajo y moderación salarial para ganar competitividad internacional y mejorar los beneficios empresariales- se resume bien en esta declaración del presidente en la rueda de prensa ofrecida el pasado 14 de enero: “Ha llegado el momento de resolver el principal problema de Francia: su producción.  Sí, me refiero a su producción. Tenemos que producir más, debemos producir mejor.  Hay que actuar por tanto sobre la oferta. ¡Sobre la oferta! Esto no es incompatible con la demanda. La oferta crea la demanda”.

La razón para cambiarle el nombre al presidente es que este giro parece inspirarse en Jean-Baptiste Say (1767-1832) que había enunciado la “ley” según el cual no puede existir en la economía escasez de demanda agregada por un periodo prolongado, ya que cualquier oferta “crea su propia demanda”. ¿Es esto cierto? Veamos por qué creemos que no.

Esta semana, en el primer tema de la asignatura de Macroeconomía Intermedia, discutíamos en clase la diferencia entre un enfoque basado en la oferta como el determinante de la producción agregada que alcanza una economía (la Ley de Say) y un enfoque basado en la demanda agregada (el Principio de la Demanda Efectiva de Keynes y Kalecki). Utilizábamos este esquema para explicarlo (pinchar encima para ampliarlo):

La parte de la izquierda recoge el lado de la oferta, que determina, dados los recursos productivos –stock de capital instalado, población activa, y sus productividades- la producción máxima que puede alcanzarse. Es obvio que la economía no pude producir más de lo que se deriva de utilizar todos estos recursos. Si ya se ha alcanzado esa producción, la única forma de crecer es incentivar una mayor acumulación de recursos (inversión, aumentar el porcentaje de población que es activa) o favorecer la productividad (capital humano, nuevas tecnologías, mayor eficiencia). Ahora bien, ¿es relevante esta situación actualmente en Francia?

No lo parece, ya que el problema no es de escasez de recursos, sino de demanda. Efectivamente, antes de llegar a ese límite que impone el lado de la oferta, lo que determina cuál es el nivel de producción de la economía es la demanda agregada: las empresas producen lo que pueden vender, y esta producción efectiva puede ser inferior al máximo posible. A su vez, la demanda agregada determina también qué parte del stock de capital productivo se utiliza y qué parte de la población activa está ocupada. La demanda agregada está compuesta por los gastos en consumo e inversión que realizan los hogares, las empresas, el sector público y el resto del mundo (exportaciones menos importaciones).

Esta escasez de demanda la ilustra Saraceno con el siguiente gráfico (pinchar encima para ampliarlo), que recoge las respuestas de las propias empresas francesas a una encuesta realizada para averiguar cuáles con los factores que limitan su producción.


Los resultados son muy claros: el porcentaje de empresas que se encuentran limitadas por factores exclusivos de demanda (barra azul) es muy superior al de las empresas limitadas por factores de oferta y, por supuesto, se ha incrementado a partir de la crisis. Como dice Saraceno: “Keyens: correcto; Say (y Hollande, la Comisión y Merkel): equivocados”. Y otra cuestión interesante es que el porcentaje de empresas que se ven limitadas por la oferta (amarillo) prácticamente no cambia en todos estos años (las empresas tienen limitaciones de demanda o no tienen limitaciones). Por tanto, Hollande pretende resolver la crisis actuando sobre un problema… ¡¡que las propias empresas dicen que no causa su baja producción actual!!

¿Es distinta la situación en España? Por supuesto que no. En clase hemos utilizado dos gráficos que son muy similares al anterior, y que reproducimos aquí (pinchar encima para ampliarlo):

El gráfico de la izquierda muestra que en España el grado de utilización de la capacidad productiva instalada (es decir, del stock de capital productivo) se sitúa normalmente en torno al 80%, y en las recesiones como la actual llega a situarse en el 70%. Igualmente, la tasa de paro no se ha reducido en estas dos décadas por debajo del 8%, y actualmente se sitúa en el 26%. Es decir, lo normal es que los recursos disponibles no se utilicen plenamente: queda capacidad productiva sin utilizar y una parte de la población activa está desempleada, y por supuesto no hay ni rastro de escasez de recursos en la crisis. También vemos en el gráfico de la derecha que en las encuestas que se hace a las empresas industriales españoles sobre los factores que limitan su producción, el porcentaje de respuestas que se refieren a la falta de demanda es siempre muy superior al de la escasez de capital, mano de obra o materias primas. En la crisis actual ha ganado también una cierta relevancia –pero a mucha distancia de la demanda- la falta de financiación, como consecuencia de los aspectos financieros de la crisis y la reducción del crédito.

Nuestra conclusión es que el giro hacia las políticas de oferta bajo la presunción de que servirán también para estimular “automáticamente” la demanda (que de hecho se reduce con las políticas de austeridad y devaluación salarial) y la producción, es equivocado. En realidad, prolongará el estancamiento. Lo que necesita Europa –y sobre todo países como España- es, simultáneamente, una política de estímulo de la demanda y una política de oferta muy distinta a la propuesta, centrada en cambiar la especialización productiva actual. Abordaremos esto último en una próxima entrada del blog.